Echeverría permitió el asesinato de estudiantes el 10 de junio de 1971 y la organización de un grupo de choque la brigada blanca que enfrentó guerrilla rural primero y guerrilla urbana después. Con López Portillo pasamos de la administración de la riqueza a la nacionalización de la banca, pasando por la defensa del peso como un perro. Con Miguel de la Madrid miles de problemas económicos y un actuar erróneo el 19 de septiembre de 1985, ya que durante el terremoto ordenó al ejército proteger edificios derrumbados, fui de los que le aventó piedras a los soldados para que se quitaran y pudiéramos entrar a desenterrar la poca esperanza que quedaba. De Salinas de Gortari un cambio de ruta al ejido y un tratado de libre comercio que desembocó en el Ejército Zapatista. En fin, etapas de la personalísima forma de gobernar que después nada cambió con Zedillo, Fox (mi mayor decepción por ser el primero que podía ser diferente y resultó igual), Calderón y Peña Nieto.
La oposición real inició en 1919 con el Partido Comunista que 20 años después estuvo acompañado por el Partido Acción Nacional. El Comunismo se transformó en el Partido Socialista Unificado de México (1981-1987), en el Partido Mexicano de los Trabajadores, en el Partido Mexicano Socialista, que duró solamente dos años para dar paso al Frente Democrático Nacional que en 1988 postuló al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y que perdió las elecciones después de la famosísima caída del sistema. Apareció entonces el PRD y su célebre frase "democracia ya patria para todos".
Llegamos entonces al 2006, cuando Calderón triunfó en las elecciones con una ventaja de tan solo el 0.6% de los votos sobre López Obrador y el grito enorme de voto por voto casilla por casilla. Estamos en el domingo 30 de julio del 2006, era la tercera marcha de protesta y desde SLP me lancé con mis hijos adolescentes a la Ciudad de México, lo que ví me impresionó, todo Reforma parada con gente desde el museo de Antropología hasta el Zócalo y en cada glorieta miles gritando. Sentí emoción, era la revolución. Les dije a mis hijos, nunca olviden esta imagen es el principio del fin de un regimen autoritario. Finalmente llego a casa de mi hermana y por la radio escucho la decisión de tomar Reforma y hacer un plantón. Mis hijos tampoco olvidan esa mi imagen y mi grito, ¡NO! así ¡NO!, que error, que error tan grave. No así no, pero así fue y los capitalinos vieron su vida tocada por el acto de un solo individuo.
Hoy López Obrador es presidente. Pero en contra de columnistas y del propio Sr. Presidente, no hay dos bandos, liberales y conservadores. No hay dos grupos quienes lo quieren y quienes lo quieren botar. Habemos muchos mexicanos que traemos sangre de México en nuestras manos, que hemos luchado por terminar con la desigualdad que desde López Mateos se mantiene igual. Que hemos luchado por terminar con la pobreza que ningún tratado comercial terminó con ella. Sí, el Sr. Presidente ha cometido muy graves errores, pero la respuesta de la sociedad debe ser democrática, tiene que ser con ideas y liderazgos. Los memes y los tweets como vienen se van. Partir entonces de pensamientos superiores, nuestro país no necesita berrinches anónimos, requiere un cambio de ruta que puede ser con unos o con otros, pero que ojalá sea con todos y cada uno de nosotros. En algo concuerdo con el Sr. López Obrador, no es momento de quedarnos callados ni de atacar por la espalda. Seamos dignos de la democracia lograda después de tantas noches construyendo tantos sueños. No, no basta con gritar, se requieren humanos dignos del ideal. Que surjan programas y proyectos tan inteligentes que logren vencer la autocensura y el terror a ser señalado por los diferentes a uno. Programas y proyectos para que los invisibles de siempre finalmente tengan la visibilidad que tanto requieren. Ellos van primero. Todo lo demás, todo, es lo de menos. Empezando por quien tenga que empezar.