El hombre que tocó la pata dijo que el elefante era como un pilar; el que tocó su cola dijo que el elefante era una cuerda; el que tocó su trompa dijo que era como la rama de un árbol; el que tocó la oreja dijo que era como un abanico; el que tocó su panza dijo que era como una pared; y el que tocó el colmillo dijo que el elefante era como un tubo sólido. Entonces un rey les explicó: Todos ustedes están en lo cierto. La razón por la que cada uno de ustedes esté diciendo diferentes cosas es que cada uno de ustedes tocó una parte diferente del elefante. Por lo tanto el elefante tiene todas las características que mencionaron. La verdad tiene múltiples facetas.
Algo así está pasando en este México polarizado por la imagen presidencial y los ataques y defensas que se multiplican en columnas periodísticas, redes sociales y hasta en las discusiones familiares.
Basta un ejemplo, el Presidente de la República señaló que cambiaría la manera de medir el desarrollo e incluiría el concepto de Felicidad dejando de lado el PIB. Por supuesto la avalancha del "pobres pero felices" salió a relucir y su discurso ha sido ampliamente criticado. Sin embargo, el eliminar el PIB de la medición del progreso no es nada nuevo. De hecho investigadores de Instituciones como MIT, Harvard, Oxford, la fundación Rockefeller y otros guerrilleros de la izquierda comunista, inventaron no hace mucho un Índice denominado de Progreso Social, precisamente para eliminar el uso del PIB. Así que a todos los que dicen que el Presidente López Obrador está loco, pues los invito a que analicen la base del Índice y su uso a nivel global, incluyendo México.
Pero eso de medir la felicidad, pues bueno, así de crudo tampoco. La idea de medir la felicidad como modelo de progreso nació en el Reino de Bután hace ya algunas décadas pero su medición inició apenas este siglo. El hecho es que Bután es un país budista que expulsó a miles de personas que no practicaban esa religión, inclusive el levantamiento del índice de felicidad fue criticado por numerosas organizaciones de derechos humanos ya que incluía en su cuestionario numerosas preguntas religiosas. Posteriormente, Naciones Unidas creó su propio índice y varios reportes han aparecido (el del 2020 acaba de aparecer). A mí en lo personal no me gusta, por la simpleza en la colecta de información, varios indicadores son obtenidos mediante preguntas subjetivas, el tamaño de la muestra es bajo y además no representa contextos ni vulnerabilidades. Como parámetro cultural lo acepto, como elemento de decisión no.
Entonces lo que requerimos es acordar una alternativa para la época Post-COVID. Efectivamente necesitamos elementos mucho más importante que el PIB, pero la felicidad no es tal elemento. Propongo entonces medir calidad de vida con un enfoque en los derechos humanos. Requerimos cinco cosas básicas (seguridad del agua, aire limpio, seguridad alimentaria, vivienda y respeto a los derechos humanos), posteriormente necesitamos cuatro elementos esenciales (salud, educación de calidad desde la inicial hasta el bachillerato, seguridad pública y protección ecosistémica), finalmente requerimos internet para todos y educación superior.
Se perderán millones de empleos y el gobierno propone la creación de dos millones, dentro de los cuales están seis mil empleos para el sistema Universitario Benito Juárez, lo cual aplaudo, pero no es suficiente. Necesitamos fuentes de trabajo, pero urgen fábricas de cerebros. Por lo cual espero un apoyo similar para el sistema de Universidades Estatales. Este país cambiará cuando la Educación Superior reciba más apoyos. Que aumenten las auditorías, que condicionen los apoyos, no importa, pero son las Universidades quienes pueden generar propuestas sobre calidad de vida. Bajo una filosofía incluyente, México somos los unos pero también somos los otros.