Las plantas automotrices de Estados Unidos ins- taladas en México, como General Motors (GM), realizarán ajustes en su producción y podrían mover parte de sus operaciones al país vecino, aunque no debido a la incertidumbre generada por los posibles aranceles, sino por la baja demanda de algunos modelos, afirmó César Roy Ocotla, especialista en el sector.
En el caso de la planta de GM en San Luis Potosí, destacó que no prevé cambios, porque las camionetas que la firma produce aquí tienen una demanda estable.
El analista explicó en entrevista para Exprés que la industria automotriz sería la más afectada en caso de que Donald Trump no quede satisfecho con los resultados del gobierno de Claudia Sheinbaum en materia de seguridad y migración, tras el plazo que impuso hasta el 4 de marzo.
Sin embargo, descartó que las armadoras estadounidenses estén detenidas ante la incertidumbre. Más bien los cambios en el mercado han provocado que las ventas de algunos vehículos hayan sido inferiores a lo esperado.
“Las empresas no van a frenar nada y no se dejan atemorizar. Se han dado cuenta de que la estrategia de Trump es solo presión mediática”, dijo.
INVENTARIO EXCEDENTE
A finales de 2024, GM advirtió sobre la posibilidad de reducir su producción en México como respuesta a eventuales aranceles, aunque hasta ahora no ha ofrecido detalles sobre cómo impactaría esto en sus operaciones.
No obstante, el ajuste que hará en el corto plazo no responde a las tensiones comerciales, sino a que los modelos de camionetas eléctricas fabricadas en la planta de Ramos Arizpe, Coahuila, han tenido ventas por debajo de lo esperado, lo que ha generado un exceso de inventario.
En contraste, los modelos más caros como la Terrain y Equinox, producidos en la planta de Villa de Reyes, San Luis Potosí, mantendrán su fabricación, pues su mercado es más estable y especializado.
CAMBIO NO SERÁ FÁCIL
Aunque existe la posibilidad de que GM traslade parte de su producción a Estados Unidos, el proceso no sería inmediato ni sencillo. Las plantas estadounidenses requerirían adecuaciones, lo que implicaría altos costos y tiempos de adaptación.
Esta incertidumbre genera preocupación entre trabajadores y autoridades locales en estados clave como San Luis Potosí, que dependen de la industria automotriz.