San Luis Potosí, S. L. P. México
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ENTRE DÉCADAS
05/01/20 | 12:19 | Por: Fernando Díaz-Barraga
El tiempo ha pasado y ya estamos en el 2020, ninguno de los que ahora vivimos, bueno quizá muy pocos, llegarán al 2120 y ¿Cómo estará el mundo entonces? Nosotros claro que no, pero acaso el mundo ¿Podrá llegar al 3020? Realmente como dice Machado la muerte no me importa, porque cuando somos la muerte no existe y cuando existe ya no somos. Pero si la muerte no me importa, el futuro sí. Me importa en términos de la humanidad, pero más en términos de la vida misma, la vida de todos los seres que también como nosotros, son hijos del Universo.
Por cierto, no sé cuantos milagros existen en ese Universo, supongo cientos acaso quizá miles, pero el Planeta Tierra es uno de ellos y a nostros los humanos por nuestra mayordomía nos toca ser responsables de su cuidado y no lo estamos haciendo nada bien. Estamos matando en pocos instantes lo que a la evolución le tocó tanto construir. Pero esto ya lo sabemos y de tanto que se ha hablado al respecto nos aburre el escucharlo o leerlo y lo hemos terminado por invisibilizar. Por eso, ahora que he perdido la inspiración, llamo a mis espíritus del pasado y uno de ellos es Bob Dylan premio Nóbel de literatura. De uno de sus múltiples poemas saco estas letras:

"¿Dónde has estado, mi querido hijo de ojos azules? ¿Dónde has estado, mi joven querido? He estado delante de una docena de océanos muertos, dónde vi a diez mil oradores cuyas lenguas estaban rotas, vi pistolas y espadas en manos de niños, oí diez mil susurros y nadie escuchando, oí a una persona morir de hambre y a mucha gente reír, oí la canción de un poeta que moría en la cuneta. Entonces encontré a un niño pequeño junto a un poni muerto, encontré un hombre blanco que paseaba un perro negro, encontré una mujer joven cuyo cuerpo estaba ardiendo."

"¿Y ahora qué harás, mi hijo preferido? ¿Y ahora qué harás, mi joven querido? Voy a regresar afuera antes que la lluvia comience a caer, caminaré hacia el abismo del más profundo bosque negro, donde la gente es mucha y sus manos están vacías, donde el veneno contamina sus aguas, donde el hogar en el valle encuentra el desaliento de la sucia prisión, y la cara del verdugo está siempre bien escondida, donde el hambre amenaza, donde las almas están olvidadas, donde el negro es el color, y ninguno el número, y lo contaré, lo diré, lo pensaré y lo respiraré, y lo reflejaré desde la montaña para que todas las almas puedan verlo, luego me mantendré sobre el océano hasta que comience a hundirme, pero sabré bien mi canción antes de empezar a cantarla." Hasta aquí las letras de mi poeta de la esperanza de las respuestas en el viento. 

La humanidad debe transitar del negro al arcoiris, de la tristeza a la esperanza, de la soledad al pecho fraterno para morir abrazao, del amar para ser amado, y del amar por pertenecer a algo. Así entonces, habremos aprendido que para salir del pantano se tiene que caminar entre el lodo con el miedo a lo desconocido aunque siempre se facilitará todo si se sujeta alguna mano.

Y considerando que los silencios molestan más que el ruido de la protestas, habrá que gritarles a los que siempre se quedan callados. Habrá que cerrar las calles que ya sabemos a dónde van, para cambiar los rumbos de los rostros cobardes que prefieren orar.

Es momento de la acción, de los espíritus hechos carne. No tengas miedo de todas maneras está científicamente demostrado que moriremos y que después del morir ya nada podremos hacer.

Así que prepárate a gritar caminando por nuevas rutas que nos perimitirán llegar a dónde nunca hemos ido. Ese es el único camino que tiene la humanidad. Cambiar no por el cambio sino para sobrevivir y evitar la muerte de este milagro.

Recuperemos la capacidad de la indignación, que nadie nos calle, que nadie nos pare, y si alguien se molesta es muy simple, habrá que pedirle una disculpa y decirle, perdón, pero es que estamos ocupados haciendo nacer una revolución.
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