La Procesión del Silencio no solo se mantiene vigente, sino que cada año cobra más fuerza como una de las manifestaciones de fe más imponentes de México y del mundo.
Así lo aseguró Edgar Raúl Armendáriz Morales, presidente de la Cofradía de El Carmen, agrupación anfitriona de este acto litúrgico que en 2025 llegará a su edición número 72.
“El espíritu que la anima no ha dejado de crecer. Más que una tradición, para nosotros es una forma de vida”, afirmó.
La Cofradía de El Carmen es una de las más antiguas dentro del cortejo. Fundadora del recorrido original en la década de los 50, su papel ha sido clave para consolidar la Procesión del Silencio como el acto central de la Semana Santa en San Luis Potosí, reconocido a nivel internacional por su solemnidad, misticismo y belleza estética.
FE, SERVICIO Y HERENCIA
Armendáriz Morales explicó que actualmente son 220 los miembros de esta cofradía, quienes desfilan motivados por la fe, la fraternidad y el servicio. Muchos de ellos participan como parte de mandas o promesas personales, en una expresión profunda de espiritualidad que ha logrado trascender generaciones.
Los hábitos que portan son de color marrón, en representación de la sangre de Cristo, mientras que las capas blancas simbolizan la pureza de la Virgen María. Cada prenda es financiada por los propios cofrades, lo que refleja tanto su compromiso económico como espiritual.
SILENCIO QUE HABLA
“Cada paso de la procesión, cada toque de tambor y cada instante de silencio son una ofrenda viva. Aunque el nombre evoque quietud, la realidad es que la Procesión está más viva que nunca”, subrayó Armendáriz.
Destacó que, pese a los cambios culturales y a la mezcla de costumbres que caracterizan al mundo contemporáneo, esta tradición no corre riesgo de desaparecer. Al contrario, la participación crece año con año gracias al esfuerzo colectivo de los voluntarios que se suman como parte de un acto de fe y comunidad.
El Viernes Santo, miles de potosinos y visitantes salen a las calles del Centro Histórico para acompañar con respeto y recogimiento este rito que simboliza el pésame a la Virgen María por la muerte de su hijo, y que transforma a la ciudad en un espacio de silencio, oración y reflexión.