Este viernes 21 de marzo de 2025, a las 3:01 de la madrugada (hora del centro de México), ocurrirá el equinoccio de primavera, un evento astronómico que señala el comienzo oficial de esta estación en el hemisferio norte. A partir de ese momento, se inicia un periodo de aproximadamente 92 días que culminará con el inicio del verano el 20 de junio.
QUÉ ES EL EQUINOCCIO
Desde una perspectiva astronómica, el equinoccio tiene lugar cuando el Sol cruza el ecuador celeste en dirección norte. Esto provoca que la duración del día y la noche sea prácticamente igual en todos los puntos del planeta. Para este equinoccio, el día tendrá una ligera ventaja: 12 horas con 7 minutos de luz solar.
Este equilibrio de luz y sombra no solo representa un cambio estacional, sino que también marca un momento simbólico de armonía y renovación en múltiples culturas.
EFECTOS NATURALES Y CAMBIOS AMBIENTALES
Con la llegada de la primavera, se experimenta un incremento gradual de la temperatura, así como el florecimiento de plantas y árboles. También se observa un aumento en la actividad de insectos y aves migratorias. En humanos y animales, el cambio estacional puede inducir transformaciones hormonales, elevando los niveles de energía y actividad.
CELEBRACIONES Y RITUALES CULTURALES
El equinoccio de primavera es motivo de diversas celebraciones, siendo una de las más emblemáticas la que ocurre en la zona arqueológica de Chichén Itzá, Yucatán. Ahí, miles de visitantes presencian el simbólico descenso de la serpiente emplumada sobre la escalinata de El Castillo, una proyección solar que refleja el conocimiento astronómico de la civilización maya.
En otros puntos del país también se realizan rituales de renovación y ceremonias energéticas en sitios arqueológicos, además de festividades asociadas con la agricultura y la fertilidad, presentes en muchas culturas ancestrales.
UN FENÓMENO DE PRECISIÓN Y SIMBOLISMO
Como dato curioso, durante el equinoccio, el Sol se eleva exactamente por el este y se oculta por el oeste. Este alineamiento permite observar con claridad la precisión arquitectónica de antiguas civilizaciones, como la maya o la egipcia, cuyos monumentos fueron construidos en función de estos eventos celestes.
Así, el equinoccio no solo marca un momento astronómico, sino también un punto de conexión entre la naturaleza, el tiempo y las tradiciones que han perdurado a lo largo de la historia.