De acuerdo con arqueólogos vallesanos, La Peña era el centro ceremonial de los pueblos originarios de Valle de Bravo, donde se iban a enterrar a los difuntos, por lo que es considerada como una necrópolis de la región.
La vibra de este lugar es muy preciada, de hecho cada 21 de marzo, este espacio se convierte en un lugar energético para recibir al equinoccio de primavera.
Según cuentan los relatos de la tradición oral, La Peña era el punto más alto de Valle de Bravo, por lo cual se convirtió en el centro ceremonial de los Matlazincas, Otomíes y Mazahuas para venerar a sus dioses, quienes les oían en lo alto de las nubes.