Banamex proyecta que el Banco de México (Banxico) recortará su tasa de interés referencial en 50 puntos base, llevándola a un nivel de 9.50% en su próxima reunión de política monetaria en febrero de 2025. Esta previsión representa un ajuste respecto a su estimación previa, que apuntaba a una reducción de solo 25 puntos base.
AJUSTE EN LAS PERSPECTIVAS DE TASA Y CIERRE DEL AÑO
Para el cierre de 2025, Banamex estima que la tasa de interés de Banxico podría ubicarse en 7.75%, ligeramente por debajo del 8% anticipado previamente. Este recorte sería el resultado de una estrategia gradual, con disminuciones de 25 puntos base en el transcurso del año.
De cara a 2026, Banamex prevé que la tasa de interés referencial podría alcanzar un nivel de 7.25%, en un contexto de inflación controlada y actividad económica moderada.
FACTORES QUE SUSTENTAN LOS RECORTES
En su análisis, Banamex subraya que la inflación subyacente ha mostrado signos de desaceleración. Para diciembre de 2024, anticipa que este indicador cerrará en 3.7%, por debajo de su estimación previa de 3.8%. Este comportamiento se suma a una disminución en las presiones inflacionarias generales, aunque de forma paulatina.
Además, otros indicadores económicos, como el IGAE de octubre y los pedidos manufactureros de diciembre, han mostrado un desempeño ligeramente inferior al esperado, sugiriendo una menor actividad económica que podría justificar una política monetaria más flexible.
DECLARACIONES DE JONATHAN HEATH
A finales de diciembre, el subgobernador de Banxico, Jonathan Heath, mencionó que el banco central podría discutir un recorte de tasas de 25 o 50 puntos base en su próxima reunión de febrero, una declaración que respalda las proyecciones de Banamex.
PERSPECTIVAS PARA EL 2025 Y MÁS ALLÁ
Con este ajuste, Banamex se alinea con las expectativas de una disminución gradual en las tasas de interés a lo largo del año, impulsada por una inflación más controlada y un panorama económico estable pero moderado.
El camino hacia una tasa de referencia de 7.75% en diciembre refleja un entorno económico en el que la recuperación del crecimiento estará acompañada de una política monetaria más acomodaticia, buscando equilibrar el control inflacionario con el impulso a la actividad productiva.
