Y es que el querido “Chango” nos llenó de ilusiones a los aficionados potosinos, además de que con sus goles nos regaló un sinfín de alegrías; incluso a algunos nos transformó la vida.
Los 156 goles que como futbolista extranjero venido a México anotó en la Primera División Profesional, le colocan en el lugar más privilegiado de los romperredes en nuestro país a cinco años de su retiro profesional.
La enfermedad por la que Alfredo partió de este mundo llegó a su vida de forma inesperada, muy repentina, y así mismo de rápido como apareció, fue como también cegó su existir, dejando profundo dolor en sus familiares y amigos, así como en aquellos aficionados de nuestro fútbol y el fútbol de otros lares en los que dejó huella.
Hay seres que nacen para brillar y con su luz iluminar la existencia de quienes tienen la fortuna de conocerlos.
El don que Dios le dio a Alfredo Moreno para jugar al fútbol y con ello no solo transformar tu vida sino la de muchos más, siempre estará presente en nuestra mente y nuestro corazón.
La voluntad de Dios muchas veces es incomprensible y difícil de aceptar, pero en sus manos está hoy su alma y está también el dolor de quienes le quisimos.
Vuela alto querido Alfredo y desde el cielo sigue brillando y con ello cumple el propósito con el que Dios te creó.