El último artículo de opinión publicado de este analista, publicado en el The Washington Post describe cómo la reforma Peñanietista abrió absolutamente la posibilidad a empresas privadas de participar en la generación de electricidad, sin antes preparar a la Comisión Federal de Electricidad. Según explica Benedith busca fortalecer a la CFE para que garantice el suministro eléctrico a los consumidores finales, con precios justos. “Y que esto, a su vez, mitigue los riesgos a la seguridad nacional que conlleva la pérdida de control sobre la generación de electricidad al cederla a empresas privadas, además de sentar las bases para conducir, desde el Estado, la transición energética hacia fuentes de generación no contaminantes”.
El periodista recuerda con claridad que en la reforma de 2013 el gobierno Peñanietista prometió, además, de mejorar el servicio, una baja sensible en las tarifas eléctricas. Pero en realidad estas aumentaron y además la CFE perdió mercados; fue obligada a endeudarse para comprar electricidad a empresas privadas y fue fraccionada en diferentes subsidiadas que no podían ayudarse entre sí o intercambiar información debido a una “separación legal obligada”. Se creó un mercado eléctrico paralelo y legal en donde las empresas privadas simulaban generar electricidad para autoabastecerse.
La administración de EPN llevó al sector a su compleja bursatilización, con el pretexto de generar energías limpias y cargándole todos los costos a la CFE. Por cada mega watt producido con energía eólica o solas la Comisión Reguladora de Energía entregada certificados de energías limpias, mismo que tenía que comprar obligadamente la CFE, esto terminó sumando una carga de 10 mil millones de pesos. Esto terminó reflejándose en las finanzas del Estado y en el cobro de tarifas en perjuicio de la población que terminaba financiando o subsidiando a las empresas privadas. Como otro ejemplo del abuso cita la existencia de 7 gasoductos privados que no funcionaban y por los cuales la CFE pagaba, aunque no recibiera gas; esto de acuerdo con el diseño leonino que en contra de sí mismo promovió el gobierno mexicano en tiempos de Peña Nieto.
La electricidad señala Benedith por ser un servicio básico que debe estar garantizado, debe retomarse como un área estratégica del estado por lo que la idea de fortalecer a la Comisión se aleja de ser una expropiación a raja tabla y más bien responde al problema de desorden en congruencia regulatoria que dejó la pasada administración, y a una tendencia mundial donde la mayoría de los países están buscando activamente resguardar su soberanía y seguridad energéticas y, por tanto, su seguridad nacional.
Además, la iniciativa no excluye la participación privada y solo regula una división en donde el 54% de electricidad sea producida por la CFE mientras que el restante 46% lo hagan las empresas privadas. Esto propone una coexistencia más justa con las empresas que ya tuvieron entrada en el sector. Cita el ejemplo de España donde las empresas privadas que manejan el total de la generación de energía han amenazado con cerrar sus plantas si se abaratan las tarifas de electricidad.
Por otro lado, sabemos que históricamente uno de los grandes logros de los gobiernos revolucionarios anteriores al neoliberalismo, se cifró precisamente en el rescate y fortalecimiento de la empresa estatal generadora originaria del recurso.
Los logros del Partido de la Revolución Mexicana hoy PRI son en esta materia icónicos y emblemáticos de una lucha y de una ruta histórica que pareciera querer perderse y que con esta reforma eléctrica está confrontando el dilema definitorio de lo que puede determinar el ser o dejar de ser un partido al que aún se conoce como revolucionario e institucional.