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DEBATES SÍ, DEBATIENTES… QUIÉN SABE.
09/05/21 | 10:05 | Por: Pedro Olvera Vázquez
Soy partidario de los debates como un instrumento formidable para conocer a quienes pretenden gobernarnos; conocerlos en su capacidad para defender sus ideas o incluso conocer si se tienen tales ideas y en todo caso cuales son éstas...
...asomarse a la capacidad de respuesta de los contendientes cuando son cuestionados cara a cara; informarnos sobre lo que cada quién ofrece ante determinada problemática y calcular si lo que ofrece es posible realizarlo y cómo lo conseguiría.

Los debates pueden informarnos mucho más y verdaderamente sobre las personas –no tanto sobre los partidos- que los anuncios, spots, logos, dibujos, colores, slogans o lemas de campaña, por más espectaculares, atractivos y fantásticos que resulten. Los debates van más allá del marketing o mercadeo que se ha diseñado para llamarnos la atención y persuadirnos. Lastimosamente no suelen ser atractivos para la mayoría de los electores y menos cuando la difusión de éstos eventos no se ha dado con la debida intensidad.

Echemos un vistazo a una parte de lo que ha investigado Rubén Aguilar sobre los debates: La primera vez que un debate se llevó a cabo fue en Estados Unidos en el año 1960 y enfrentó al republicano Richard Nixon y al joven John F. Kennedy. Este le dio la victoria a Kennedy ante los ojos de dos tercios de la población adulta del país, que no quisieron perderse nada. En Alemania, el primer duelo televisivo se llevó a cabo en el año 1969 y era retransmitido por las cadenas públicas. El cara a cara tuvo lugar tres días antes de las elecciones y enfrentaron al demócrata cristiano Kurt Georg Kiesinger con el candidato socialdemócrata Willy Brandt. Aun así, este debate no fue real ya que respondían a preguntas pactadas, por lo que el público no pudo comprobar las reacciones reales de los protagonistas ni analizar con claridad sus respuestas. Tras esto, en Alemania los debates televisivos comenzaron a llamarse “tertulias de elefantes” por el peso de los personajes que participaron en ellos.

Poco a poco, los debates por televisión reunían a más gente al rededor del aparato y Estados Unidos se convertía en el país con más debates políticos antes de las elecciones, incluso a día de hoy. Así, los norteamericanos repetían en 1976 con el demócrata Jimmy Carter y el republicano Gerald Ford, con una frase insólita de Ford que quedaría para la historia, ya que defendió que no existía dominación soviética en Europa del Este, y tras eso, ganó las elecciones. En 1988 se creaba en EEUU la Comisión para los Debates Presidenciales, gestionada por el Partido Republicano y el Demócrata, es por eso que en forma regular se llevaron a cabo años después, como el que confrontó en el año 1992 a George Bush, Bill Clinton y Ross Perot. En 1993 España realiza el primer debate tras varios intentos que fueron denegados por alguno de los candidatos. Así, más de diez millones de personas veían el enfrentamiento entre el candidato del PSOE Felipe González y el candidato del PP José María Aznar. Aznar fue proclamado ganador de un debate pactado hasta el final. Una semana después se dio el segundo debate y Felipe González fue el preferido.

En México fue hasta 1994 en que se llevó a cabo aquel famoso debate entre Ernesto Zedillo, Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos; inexplicablemente no fueron invitados Cecilia Soto del PT, Jorge González Torres del PVM, Pablo Emilio Madero de la Unión Nacional Opositora y Rafael Aguilar Talamantes del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional.

El Reino Unido por su parte fue un caso extraño, ya que, tras varias negaciones de los candidatos a participar, no fue hasta el año 2010 cuando se retransmitió el primer cara a cara. Así, el socialista Gordon Brown, el popular David Cameron y el socialista liberal Nick CLegg se enfrentaban obteniendo la victoria el último.

El debate de este 9 de mayo de 2021 en San Luis no será el primero ni el último, pero debe resultar útil para nuestra democracia y nuestra decisión, aunque algunos de los contendientes pudieran no estar suficientes en peso para hablar de una “tertulia de elefantes”.
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