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Opinión Retruécanos
¿POLÍTICOS PSICÓPATAS O PSICÓPATAS POLÍTICOS?
03/01/21 | 10:14 | Por: Pedro Olvera Vázquez
Las campañas políticas están comenzando y con ello vemos todo tipo de mensajes lo más breves que sea posible y con el mayor número de repeticiones que puedan emitirse. Algunos rayan en lo absurdo como el de una candidata en el que solamente se repite la palabra “sí”.
La mercadotecnia se ha ubicado muy por encima de las ideologías, peor aún de las ideas simples y llanas; y mucho peor, por encima de lo racional.

El nombre del candidato como marca o como simple folio de una apuesta, de un juego en que el éxito no permitirá hacer valer un ideario o instrumentar programas y políticas públicas sino…hacer negocio. De esta manera ¿Cómo puede conocerse en realidad a quienes aspiran a gobernarnos? ¿Por qué razón se interesa fulano de tal en la política? ¿No es inesperado que alguien que nunca antes lo había hecho de pronto le surja la inquietud del poder? Cuando se habla de Psicopatía se establecen algunos caracteres comunes como la ambición desmedida, el atrevimiento, falta de miedo, audacia; inteligencia, que no preparación salvo casos excepcionales; cierta insensibilización. Estos caracteres son mucho más comunes en líderes de sectas, ministros de culto y sobre todo en hombres de negocios, comerciantes y…políticos.

Para prevenirnos sobre el surgimiento de algunos psicópatas en estas elecciones, vale la pena revisar características sobre los Psicópatas. En “El Psicópata” de Vicente Garrid, cuyo subtítulo es: “Un camaleón en la sociedad actual”, por la capacidad que tiene tal animal de camuflarse, de aparentar ser lo que no se es realmente, adaptándose fácilmente a los caracteres del entorno donde se mueve, para aparentar “ser igual que los demás” y no despertar sospechas a la futura presa, “ser personas normales”; por otro lado, a que el camaleón es un reptil, y como tal le caracteriza su sangre fría y su carencia de emociones.

Según Garrido, ser psicópata no significa ser un asesino, un violador, un maltratador o un delincuente. Esos son una minoría. La mayoría están camuflados en la vida cotidiana. Puede ser cualquiera de nosotros, un padre, un hijo, un aparente honorable señor, un empresario, un empleado, un cura, un mafioso o un político. Dentro de estos últimos campos hay muchos, ya que lo que más caracteriza al psicópata es el poder y la codicia. Pero puede ser simplemente “una persona normal” con una serie de rasgos como la capacidad de camuflarse, manipular, engañar, desacreditar, etc. Están preparados especialmente para desoír las necesidades de los demás, son capaces de dañar y maltratar sin reparar en nada. Sus fechorías, pueden llegar a ser surrealistas y grotescas. Se tiende a presentar a los psicópatas como locos o enfermos mentales, pero no son mentes trastornadas, sino con un patrón de personalidad peculiar. Sus actos son racionales, calculados y muy inteligentes, combinados con una escalofriante incapacidad para tratar a los demás como seres humanos dotados de pensamiento y sentimiento. No tienen los rasgos de los enfermos mentales característicos de la psicosis, como alucinaciones, ilusiones o profundo malestar subjetivo y desorientación. Son plenamente racionales y conscientes de lo que hacen.

Aunque no todos los son, la categoría del psicópata de 5 estrellas es la de los políticos: hombres que juran servir y que luego nos arrojaron a la cara nuestra propia estupidez. Pocas dedicaciones permiten mayor ejercicio camaleónico que la política. Para todo esto son necesario dos requisitos: en primer lugar, que haya unos líderes que la promulguen y faciliten y, en segundo lugar, una parte de la población que se identifica con ellos, porque es un modo de compensar sus carencias y sublimar un supuesto espíritu nacional e ideología. Y como ha dicho Fromm: personas inmaduras que buscan la protección simbólica de la madre, en la autoridad, clan, nación o patria.

Veamos bien las trayectorias de los aspirantes, sus rasgos, sus ideas y su trayectoria. Recuerde que más vale viejo por conocido…no vaya a ser que metamos a palacio a un psicópata.
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