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LA CRISIS DE LOS CUIDADOS
13/12/20 | 10:37 | Por: Pedro Olvera Vázquez
“Un sistema que no prioriza las necesidades de las personas sino de los mercados”, así se refiere Amaia Pérez Orozco a lo que observaba en España según ensayo que publicó allá por el año de 2006, bajo el nombre de “Amenaza de Tormenta: La Crisis de los cuidados y la Reorganización del sistema Económico”.
La crisis de los cuidados que se escenificaba en esos años en España- cuando menos en ese país- concierne a un proceso de reorganización en las formas de cobertura de la necesidad de cuidados de la población, que implica una restructuración del conjunto de sistemas socioeconómico en esa nación. El Texto de Amaia, con análisis en rigor científico contempla con especial énfasis lo que se conoce ya como economía feminista, que podemos ubicar fácilmente en el trayecto del trabajo en mención cuando se nos habla de dos cuestiones fundamentales: Primero.- La economía no es reductible a los mercados, la economía es mantener la vida; lo mercantil forma parte del análisis de manera secundaria y no como eje central del mismo. Segundo.-El género funciona como elemento organizador del sistema económico, por tanto, es necesario atender a las relaciones de género para poder comprender la estructura socioeconómica. “Los momentos de crisis son momentos de jaque y de puesta en jaque de las estructuras, por ello, es necesario que los feminismos- como movimientos sociales o como expresiones académicas- y las o los economistas críticos/as, tengan un discurso fuerte que contrarreste la retórica ortodoxa y que visualice inequidades y problemas estructurales que están emergiendo de las grietas del sistema, evitando que se consolide un cierre en el que se sigan resistiendo las tensiones en base a la desigualdad.

Por cuidados podemos entender la gestión y el mantenimiento cotidiano de la vida y de la salud, la necesidad más básica y diaria que permite la sostenibilidad de la vida. Presenta una doble dimensión “material”, corporal -como realizar tareas concretas con resultados tangibles, atender al cuerpo y sus necesidades fisiológicas- e “inmaterial” afectivo-relacional- que es la relativa al bienestar emocional. Advierte Amaia que esta última no será nada sencillo ubicarla en sus alcances puesto que será necesaria una deconstrucción de las nociones de emotividad y subjetividad y por una superación de las coordenadas morales encorsetadas en el discurso de la buena madre no la buena esposa. Luego, la crisis de los cuidados es la desestabilización de un modelo previo de reparto de responsabilidades sobre los cuidados y la sostenibilidad de la vida, que conlleva una redistribución de las mismas y una reorganización de los trabajos de cuidados, proceso que está cerrándose actualmente de forma no solo insuficiente y precarizadora , sino reaccionaria, en la mediada en que se basa en los mismos ejes de desigualdad e invisibilidad de trabajos y agentes sociales que presentaba el modelo de partida(el tradicional y de tantos años). El ensayo cita, entre otros muchos dos datos sencillos pero contundentes para demostrar la desigualdad y la inconveniencia grave en la prevalencia de ese sistema para aquellos años y en un país europeo bastante más adelantado que el nuestro: el montante de horas de trabajo de cuidados no remunerado que reciben anualmente, niños/as y otras personas adultas en el Estado Español, equivaldría, en número de empleos a tiempo completo, a 11.4 millones. De esas horas, el 81.1% son realizadas por mujeres.

En México, sin necesidad de acudir a datos duros y aunque no estamos aún en conciencia de crisis de cuidados, es un hecho que la vivimos y que con esta pandemia, tal demanda de cuidados ha ido creciendo sobre todo si consideramos que el porcentaje de adultos también ha crecido y la esperanza de vida se ha prolongado cada vez más cuando a mediados del siglo XX era de algunos 57 años y ahora alcanza o supera los 75; agréguele que los pequeños deben permanecer en casa y que los virus nos tratan como sus clientes cautivos, lo que hace que más tareas recaigan salvo honrosas excepciones en las mujeres, aunque tengan otros trabajos dentro y fuera de casa, pues la única liberación que han obtenido es el poder salir a chambear más, pero sin dejar el cuidado de su casa. El cambio debe ser parejo y empezar desde casa.
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