En la Odisea, el poema épico de Homero, uno de los dos que con su autoría cuestionada resultan por unanimidad la base de la Literatura Occidental, Odiseo héroe de la epopeya que incluye su involucramiento en la Guerra de Troya, emprende el regreso a su tierra y después de haber enfrentado todo tipo de obstáculos, enemigos, infortunios, retos e inconvenientes en múltiples guerras y viajes, regresar pareciera lo más sencillo pero por lo contrario, se convierte en algo tan o más aventurado, peligroso y complejo aunque la propia Ilíada.
El regreso de Odiseo a Ítaca bien podría constituirse en una metáfora de nuestro trayecto hacia el fin de la Pandemia y la vuelta a lo que pensamos puede llegar a ser nuestra normalidad que tal vez nos ponga en escenarios inesperados de muchas formas. De entrada el regreso de la pandemia no podrá ser de un día para otro como volver de vacaciones o empezar un ciclo escolar. Además de la duración que todavía puede disponerse prolongadamente para el aislamiento, cuando este empiece a liberarse (lo deseable es que ya no tarde mucho) no podremos "ir nuevamente a los apretaderos" como decían nuestros padres y abuelos; y esto incluye misas, peregrinaciones, conciertos, eventos deportivos, ferias, exposiciones comerciales, culturales y todo tipo de convocatorias públicas o más o menos privadas que signifiquen aglomeraciones de más de 40 personas; también deberá contemplar mítines políticos y campañas aunque sea para repartir despensas como uno de los instrumentos electoreros más miserables pero efectivos.
Esto no deberá volver a ser, ni solamente por pulcritud política sino sanitaria. Y es que los virus y las epidemias nuevas y anteriores seguirán pululando de forma invisible como los vengativos dioses del Olimpo que espiaban a los mortales y semidioses para complicarles planes, ambiciones y existencias justas o no. Así que tal como Odiseo después de evadir a los cíclopes, a las sirenas, a los enormes monstruos marinos de muchas cabezas y al mismo Poseidón en un trayecto de retorno que a nosotros aún nos falta por recorrer, hubo de enfrentarse llegando a casa con la novedad de que Penélope tenía decenas de pretendientes que la amenazaban para que terminara de bordar finamente en hilo de oro aquel manto cuya tejido y destejido fueron el pretexto para esperar a su pareja. Así nuestra vuelta a la normalidad no será el retorno a lo que ya conocíamos.
La Ítaca en que desembarcaremos estará muy cambiada, será algo nuevo y habrá para nuestra vida tantos imprevistos como pretendientes de Penélope encontrara Odiseo asediando a su casa y sus quereres. Aquí los pretendientes y asedios serán de muchos órdenes como de tantos pueblos hostigaban a Penélope: despidos, negocios quebrados, mayor precarización de los salarios, menos inversiones, encarecimiento, desempleo; inseguridad, violencia; y la mayor ocurrencia de enfermedades y contagios aparejados al deterioro ambiental de todo el globo que desatarán la furia de Poseidón, de Eolo, de Hefesto el dios del Fuego; Ares el de la Guerra y en fin todos los olímpicos. Las cosas deberán de cambiar, nosotros debemos cambiar encontrando formas de replantear nuestro modelo económico que sin duda deberán contener enfoques más comunales y menos individuales; un plan educativo ahora sí basado realmente en el uso de las nuevas tecnologías de la información que contemple el acceso de todos a esas herramientas y capacitando a niños y adultos para manejarse en lo que será la una nueva era, indispensable para la sana distancia. Nuestro regreso no será al mismo sitio… y Penélope no conservara la misma belleza como ocurre en el poema de Homero.