No obstante los orígenes etimológicos parten de la significación de "todos los demonios" aunque también hay interpretaciones respecto a una derivación hacia "todos los pueblos". El análisis semántico y los registros históricos muestran que literariamente la palabra demonio no era necesariamente negativa sino más bien atribuida a un espíritu imposibilitado de tener cuerpo y que en esencia resultaba sumamente complejo en su comportamiento. Digo esto porque quiero comentar respecto de la pandemia del Coronavirus y quise empezar por la palabra pandemia, enganchándome inevitablemente en un pandemonio de significados y posibles vínculos entre ambos vocablos, para lo cual me vi envuelto en interesantísimas situaciones que derivan te de la navegación. Por ejemplo encontré un cuadro impresionante que inspirado en el libro que cito pintó John Martín con el mismo nombre de "pandemónium". Baste decir que dicho cuadro actualmente se exhibe en el Louvre para imaginar su calidad artística; también encontré que en la trilogía Dellirium de Lauren Oliver también dedicada a temas demoníacos, el libro segundo de la obra se intitula "Pandemonio". Ambas obras aquí señaladas no son novelas de ficción terrorífica sino realistas y en gran medida de naturaleza filosófica y hablan de la complejidad del ser humano en masa; en grupo, mucho antes del tratado que sobre psicología de las masas escribiera Sigmund Freud.
Pues todo esto viene a cuento porque el mundo atraviesa un ciclo más (de entre muchos históricamente registrados) en donde se encuentra una crisis epidemiológica y que pareciera ir en aumento irónicamente mientras más avances tecnológicos y científicos hay en el mundo. Recuerdo a mi amigo el Doctor Pedro Medellín Milán, a quien por el 2009 reencontré en una junta de universitarios llevada a cabo con motivo de la epidemia de influenza porcina; él me dijo en resumen que cada vez sería peor, si se seguía abusando de las vacunas y de las medicinas. Lo cierto es que antes y después de Cristo no hay un solo siglo que se haya vivido sin enfrentar pandemias o pestes como también se les conoce. Todas ellas con saldos numéricos diferentes, hablando de vidas y de dinero, pero todas rodeadas de muchas pequeñas-grandes tragedias familiares como podemos recordarlo en la novela que le diera el premio nobel a Albert Camus. En fin, que nos encontramos en medio de lo que apenas parece el comienzo de otra grave pandemia, que esta vez tiene visos mundiales muy claros que trastornan ya la economía mundial y pronto además de eso, la salud mental de muchos mexicanos. Al respecto, en redes encontré un mensaje que contenía una breve fábula de origen árabe que me pareció muy sabia y que se denomina "La peste y el labriego": en el camino a Bagdad un labriego encuentra a la peste y le pregunta ¿Peste a dónde vas? a lo que la peste responde: -voy a Bagdad a matar a 500 personas. De regreso coinciden nuevamente y el labriego increpa a la peste diciéndole: -Peste eres una mentirosa, dijiste que matarías a 500 y mataste a 5 mil. La peste le respondió: no mentí, sólo mate a 500; al resto los mató el miedo". Sería conveniente reflexionar en esto antes de hacer compras de pánico y reprimir a personas sospechosas de contagio, abusar de medicamentos y remedios; tomar medidas financieras impulsivas que trastornen más la economía, antes de hacer más grande más tempestad en el vaso de agua. No quiero minimizar y menos frivolizar pero piense usted en pandemias más importantes contra las que no hemos nada o hacemos muy poco y las que parecieran no inquietarnos ni preocuparnos: como la diabetes mellitus, el dengue, la hipertensión, el cáncer, el tabaquismo, el alcoholismo y todas las adicciones incluso la obesidad.
Malicioso como uno se va haciendo, me pregunto: ¿Qué estrategia política y económica de alcances globales estará siendo instrumentada y por quiénes? No confundamos la pandemia con el pandemonio.