Y no les falta razón a los que piensan así si se registra que al menos en SLP los partidos continúan sumidos en los vicios de siempre y poco han hecho para salir de la descomposición a la que han llegado como consecuencia de los errores por su inclinación a abusar de sus presupuestos de sus dirigentes y el desdén de la gente a sumarse como sus militantes o a participar en las pocas actividades que organizan lo que los ha mantenido en el estancamiento desde hace varios años.
Ahí está, por ejemplo, el PRI potosino otrora invencible, a un paso de la extinción por anemia de militancia, cargando con el repudio popular generado por décadas de imposiciones, abusos y raterías de los gobernantes emanados de sus filas, lo que ha originado que propios y extraños apuesten a que está cercana la pérdida de su registro pues la cosecha de votos en cada elección demuestra que va en picada.
En el PAN la situación no es muy diferente. En virtud de que desde hace varios años viene sufriendo una severa crisis de nefastas dirigencias estatales que han tomado al partido como su fuente de enriquecimiento y para el reparto de las candidaturas a sus incondicionales como lo hizo el famoso “círculo azul” jefaturado en su tiempo por Juan Pablo Escobar en mancuerna con Héctor Mendizábal, quienes durante una década impusieron sus designios y sus candidatos, lo que no quita que en esa etapa lograron llevar a Marcelo de los Santos a la gubernatura, aunque en lo que se refiere a la percepción de que los grupos que arriban a la dirigencia estatal lo hacen rehén de sus intereses políticos y de sus ambiciones económicos, como ahora acusan de hacerlo al diputado Xavier Azuara Zúñiga, al que incluso le han hecho señalamientos públicos de malos manejos.
Para colmo, estos vicios vienen a alentar el espíritu rijoso y vocación por el pleito entre ellos, principalmente, cuando realizan procesos internos, así como el sello de misógino que caracteriza a los panistas aldeanos desde hace un buen tiempo del que pueden dar cuenta la dirigente actual Verónica Rodríguez y la excandidata al gobierno estatal Sonia Mendoza Díaz.
Por esas causas, el blanquiazul ha perdido la enorme preferencia de los potosinos que tuvo en décadas pasadas cuando parecía tener escriturada la alcaldía capitalina en un declive que también ha hecho pensar a muchos de los seguidores que le quedan de que en caso de no adecuarse a la marcha de los tiempos actuales, corre el riesgo de ponerse al borde de la pérdida de su registro, pues la pérdida de militantes va al parejo de las raquíticas cosechas de votos que levanta en los procesos electorales en que participa.
En lo que hace al PVEM, pese a ser el mejor organizado y estructurado de todos, no se salva del tufo imposicionista que despiden las designaciones de sus candidatos, cuyo jefe real no ha dejado de reforzar la amplia clientela electoral que ha logrado fincar con base en sus políticas asistenciales, lo que le ha permitido contar con el más efectivo esquema de movilización de gente el día de las elecciones.
Del partido Morena se recuerda que luego de que desde su nacimiento fue entregado a un grupo que igualmente lo manejó como negocio particular ni el arribo de su creador Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país lo hizo ser el más fuerte del estado por lo que sus candidatos no tendrán otra que atenerse al impulso de la popularidad del peje para ganar en las urnas.
Del resto de los partidos jugarán un rol testimonial en los procesos que se avecinan por su mínima presencia entre los ciudadanos.
Por consiguiente casi todos los candidatos tendrán que rascarse con sus propias uñas para obtener votos pues no se ve que sus partidos los vayan a ayudar mucho en esa tarea.