Para empezar, como detonante de la polémica está la propuesta de la junta de gobierno de que se eleven las tarifas poco más de un 24 por ciento, hecho que despertó la irritación ciudadana pues la gente generalmente se muestra reacia a aceptar incrementos en los costos de los servicios públicos municipales y peor porque es de sobra conocido que hay colonias enteras que tienen semanas sin recibir el abasto del agua aunque puntualmente les llegan los recibos por consumo que la tramitología impide aclarar o modificar.
La crisis de abasto se ha agudizado de un tiempo para acá por la evidente falta de capacidad de maniobra del organismo operador para superar las dificultades que le obstruyen una prestación normal y eficiente del servicio, por la falta de dinero para resolverlas, pues sus ingresos por el consumo no son suficientes para adquirir nuevos equipos o reparar los disponibles, razón que orilló a los directivos a proponer un incremento tan elevado, toda vez que sale más caro generar un litro para el abasto que su cobro al usuario.
Desde luego, el director del organismo, Enrique Torres, por angas o mangas no ha logrado hacerlo autofinanciable mediante programas como “Cuenta nueva y borrón”, además de que resulta sumamente complicado que el alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos acuda en su rescate, habida cuenta de que los recursos que ha logrado obtener se vienen aplicando en obras de reparación de la red de agua y del drenaje como las del programa fuga cero.
Por cierto, en ese sentido el directivo no es culpable de que la red de distribución por la que se dice que se fuga el 50 % del agua sea la auténtica razón de la escasez del líquido en los hogares, toda vez que se trata de una tubería destruida por más de 7 décadas de uso y la falta de mantenimiento a través de los años.
El desgaste de la red se antoja natural si se tiene en cuenta que su introducción inició en 1945 por instrucciones precisas del entonces gobernador Gonzalo N Santos y los subsecuentes gobernantes temieron entrarle al reto de renovarla en virtud de que se trataba de una obra que no estaría a la vista ni nadie admiraría o reconocería por estar enterrada. Incluso ni en sus tiempos de mayor poderío como gobernante el profesor Carlos Jonguitud Barrios se animó a emprender la renovación de la red toda vez que implicaría según argumentaba: “sacarle las tripas a la ciudad”, para una obra que costaría muchísimo dinero.
En otro contexto, la disparada propuesta de alza al cobro del agua también provocó los primeros roces entre el gobernador Ricardo Gallardo y el alcalde Enrique Galindo, cuya relación se había distinguido por la amistad personal que hay entre ellos, toda vez que RGC se ha comprometido en diversas ocasiones a evitar en lo que esté a su alcance el aumento en los cobros de los servicios como lo hizo con las placas y las licencias de conducir, asunto que algunos vivillos han pretendido capitalizar rechazándolo con el fin de atraer reflectores.
Para colmo,hasta el Congreso del estado parece estar cerrado a la posibilidad de dar luz verde a la única fuente de obtener ingresos para la sobrevivencia del servicio como es el cobro de las cuotas por consumo y menos si no se decide a cobrar lo que deben pagar los grandes consumidores.
ALPISTEANDO
En la marcha en defensa del INE convocada para el 13 de noviembre que se llevará a cabo simultáneamente en 38 ciudades del país podrá verse el grado de irritación provocada por las intentonas de AMLO de desaparecer ese instituto que avala la transparencia en las elecciones, acto convocado por la organización “ciudadanos con valor” comandada por el exalcalde Jorge Lozano Armengol sin que la patrocine ningún partido político.