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Opinión Alpiste Político
RELACIÓN DE GOBERNADOR Y ALCALDE, SIN CELOS
12/12/21 | 10:09 | Por: Miguel Ángel Guerrero
La obligada convivencia en el mismo espacio político entre los gobernadores del estado y los alcaldes capitalinos ha provocado abiertos distanciamientos y episodios que han rayado en lo chusco...
...que en su mayoría han tenido su origen en el acaparamiento de la atención mediática y el protagonismo en los actos públicos en los que ambos necesariamente deben coincidir, lo que hasta ahora con sensibilidad y madurez política han sabido sortear tanto el mandatario estatal Ricardo Gallardo Cardona como el presidente municipal Enrique Galindo Ceballos.

Como se ha dicho hubo gobernadores y alcaldes capitalinos que llegaron a la franca confrontación por desavenencias que dejaron crecer, en su tiempo el profesor Carlos Jonguitud Barrios y el doctor Salvador Nava Martínez, a partir de que este último inició su movimiento político contra aquel, quien le cobró la osadía reteniéndole o francamente negándole la entrega de las participaciones correspondientes llevándolo al extremo de no tener recursos para el pago de la energía eléctrica y estar a punto de que le cortaran el suministro.

En este orden el gobernador Marcelo de los Santos Fraga fue el gobernante que más conflictos tuvo con los alcaldes con los que le tocó convivir, como ocurrió con Jorge Lozano Armengol al que quiso tratar a gritos en su despacho del Palacio de Gobierno, aunque se topó con pared, pues bravo como siempre ha sido Lozano lo atajó con un: “no me grites, Marcelo, que yo también sé gritar y no te quiero faltar el respeto”, con lo que se acabó el asunto.

Otro alcalde al que don MSF le hizo sentir el rigor de su celo por el protagonismo en los actos púbicos fue Octavio Pedroza Gaitán, a quien mandaba mover hasta la orilla de los templetes, en lugar de sentarlo a su lado, como marca el protocolo, cuando ambas figuras coinciden en un evento. Con ello evitaba que apareciera en la fotografías principales, aunque el lance chusco en este sentido se dio en ocasión de un congreso nacional de profesionistas en un hotel del poniente de la ciudad, acto en los que es casi obligada la foto con el anfitrión, para lo que don Marcelo y Octavio y el grupo se tomaron las gráficas, de las que posteriormente se percató el primero, lo que dio lugar a que girara la orden a su oficina de prensa de que no apareciera en la fotografía a como diera lugar, lo que era complicado hacer en ese tiempo, por lo que se optó por “cortar la cabeza” y sustituirla por la de un empresario, en las imágenes que se distribuyeron a los medios impresos de comunicación, que no tuvieron más remedio que publicarlas así, como publicidad pagada aunque no se logró contener la ola de críticas y chistes a costa del suceso.

En el caso de Gallardo y Galindo en este sentido, como que ambos han entendido que cada uno tiene su espacio en la atención popular y en los actos en que coinciden.

Si bien, como es natural, al gobernador Gallardo le agrada ser el centro de las miradas, queda claro que en función de su relación con el alcalde lo deja ser en ese aspecto y en un momento dado hasta lo respalda en su lucimiento, como se ha notado al no tener empacho en acudir a darle relevancia y méritos al trabajo que realiza en la alcaldía como se observó en el lanzamiento del programa municipal vialidades al que Gallardo colmó de elogios y sumó su compromiso de llevarlo a cabo junto con el del alcalde.

A su vez, Galindo está demostrando lo aprendido en su paso por cargos nacionales, donde ha sido menester ceder todo el escenario al jefe político, como lo hizo en la Policía Federal cuando acudió a sus actos el presidente de la República, al que nunca disputó reflectores como ahora no lo hace con el gobernador, a quien en sus eventos como los Juegos Latinoamericanos que organizó le dio su lugar y toda la cancha como figura principal, además de que ha tenido el tacto necesario como para no competir por el número de apariciones en medios y así sin egos exacerbados llevar una relación cordial, en paz y sin conflictos, que luego dan pena ajena. Ojalá sigan así, aun cuando se acerquen los tiempos electorales.
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